Los enamoramientos.
- Miguel Ángel Flores Hernández
- 1 dic 2013
- 1 Min. de lectura
Otra vez tú.
Como siempre en otro cuerpo, con otra voz y sin ningún tacto.
Cargando lozas de cementerio en la mirada, guiando el paso torpe que la juventud va dejando.
A veces dejas de ser ella, y te deseo como algunas noches se desea al Valium, como en órbitas perpendiculares, como el deseo oculto de ir cayendo en los infiernos, como si a veces fueses ella, pero en otro cuerpo, con otra voz y sin ningún tacto.
Te vas en días de estiaje, húmeda, tan nostálgica como un piano olvidado en el cabaret, con la marca maldita en tu frente de un regreso y el rictus sombrío y burlesco de un hasta nunca.
A veces regresas entre la estepa, pero en otro cuerpo, con otra voz y sin ningún tacto, con olvidos en las palabras y abrazos mancos. Árida de ilusiones, jadeando sueños y con planetas en las manos.
Te vas en días de estiaje…
Y así con tus partidas, vas creando sepulcros, en mis manos llevo tierra de panteones, los fantasmas no dejan de gritar tu nombre, o el de ella. Como la tierra; te me escurres en la memoria, pero siempre con otro cuerpo, con otra voz y sin ningún tacto.
Y quedo deseoso de tu partida, para celebrar tu llegada, aunque sepa que te irás con el estiaje, pero siempre regresas, ya sabes, con otro cuerpo, con otra voz y sin ningún tacto.

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